jueves, 29 de diciembre de 2016

¿QUÉ NOS HACE DIFERENTES?



¿Qué lleva al Homo sapiens  a ser la especie más poderosa y capaz de dominar al resto? Empecemos por el principio…

Los antepasados más cercanos a nosotros, que llegaron a ser coetáneos, fueron el Homo Neanderthalensis y el Homo Sapiens. Hace años, se creía que el Sapiens derivaba del Neanderthalensis. Más lejos de la realidad, el Neanderthalensis se desarrolló en lo que es hoy Europa y el Sapiens en lo que es hoy África. 

Las características físicas del Neanderthalensis eran de mayor robustez, tórax más ancho y  mayor perímetro craneal respecto al que presentaban los Sapiens. No se sabe, si por la migración del Sapiens a la zona de Europa o por un cambio climático, los Neanderthalensis desaparecieron, dejando la rama evolutiva principal en los Sapiens. Llegaron a convivir dos Homínidos, tan cercanos y tan diferentes en sus estructuras corporales. Hoy en día, es difícil  imaginárnoslo. Entonces, por qué prevalecieron los Sapiens?.

El Homo sapiens es capaz de desarrollar sus capacidades cerebrales (mayor madurez cortical, mayor desarrollo prefrontal y occipital) y de desarrollar el pensamiento simbólico, y es cuando empieza a crear mitos, creencias, religiones y a fusionar comunidades de iguales, que son capaces de trabajar conjuntamente. Las vivencias se van convirtiendo en experiencias y son transmitidas a los otros Sapiens de la comunidad y entre generaciones. Así, es como la nueva humanidad avanza.
Las vivencias/experiencias de otros no tienen porqué ser vividas por uno, si no que se aprende de ellas y se evoluciona. Esa capacidad, es lo que se denomina el pensamiento simbólico.

El pensamiento simbólico va intrínsecamente unido al concepto de significación. La significación es la capacidad para sustituir la realidad por un significante de realidad y a través de este significante, evocar el significado. El pensamiento animal necesita que la realidad esté presente, mientras que el pensamiento simbólico, se produce cuando el objeto no está presente. Con el pensamiento simbólico surge la capacidad de adaptar esquemas aprendidos a situaciones nuevas. No es necesario vivir por primera vez algo, o vivirlo cada vez, para que a partir de este pensamiento simbólico y la experiencia realicemos nuevos patrones de conducta. 

El pensamiento simbólico surge aproximadamente a la edad de los 18 meses de edad, cuando los niños, a partir del juego, son capaces de pensar con imágines y símbolos. A partir de los 36 meses de edad, el niño ya es capaz de hacer uso de este pensamiento simbólico para la resolución de problemas más complejos de tipo relacional y sentimental.

Las principales características que definen al pensamiento simbólico son:
  -  Permitir a la especia humana la capacidad de crear       
  -  Nos permite manejar una amplia variedad de representaciones simbólicas
  -  Poder de transmitir información entre las personas, incluso entre generaciones diferentes
  -  Poder de evocación de sucesos pasados, presentes e incluso, inexistentes
  -  Nos permite conocer y aprender sin estar en contacto directo con la realidad
  -  Desarrollo en todos los ámbitos de la cultura

Por estas características, el pensamiento simbólico nos diferencia del resto de los animales. El desarrollo de este pensamiento, permite a la especie humana crear un lenguaje articulado, que no se enfrenta a la inmediatez de estímulos concretos e inmediatos como el lenguaje animal, si no, que demora su respuesta produciendo un lenguaje complejo lleno de significados.
El pensamiento y lenguaje simbólico es un arma de doble filo, y su buen o mal uso determinará nuestra dirección “evolutiva”. 

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