jueves, 13 de abril de 2017

BILLY MILLS: DE LA RESERVA AL OLIMPO

No había nada que le gustara más a Billy, que cada noche estar con su abuelo. Hacía unos años que Billy había perdido a su madre, y este desgraciado hecho, le unió todavía más si cabe a su abuelo. Sentados bajo las estrellas, su abuelo le contaba la leyenda sobre el lobo blanco y el lobo negro, y sobre la inmensidad y poder de la naturaleza.

Billy, no se cansaba de escuchar la profunda voz de su abuelo. Una vez, tras acabar una de las historias, Billy le preguntó a su abuelo por qué le gustaba contar tantas historias. Su abuelo le respondió, a los Sioux nos gusta contar historias porque detrás de cada historia, se encuentra una lección que aprender.

La vida en la reserva Sioux de Pine Ridge de Dakota del Sur, era muy dura. Pese a vivir pensando en las masacres que había recibido su pueblo y la sensación de haber sido expulsados de su tierra, Billy no hizo del rencor un motivo de crecimiento personal. Como le decía su abuelo, hay que quemar los puentes que uno va superando para no tener la tentación de volver hacia atrás, y Billy, así lo hizo.

La pasión de Billy era el boxeo y correr. Enseguida entendió que corriendo estaba más cerca de su instinto natural de libertad, un instinto forjado en la reserva y que tanto le había inculcado su abuelo. Billy colgó los guantes, y se dedicó a levantar el polvo, días tras día,  de los caminos de la reserva.

Consiguió una beca atlética que le llevó a la Universidad de Kansas. No tardó en destacar y sus compañeros se quedaban asombrados de su resistencia y a la vez de su potente final. Su disciplina estaba clara, el cross country, allí Billy, no tenía rival. Con Billy en el equipo, la Universidad de Kansas se alzó con los títulos nacionales al aire libre de 1959 y 1960. Se graduó, y tras conseguir el título en Educación física, hizo honor a su nombre nativo Makata Taka Hela (ama tu país) y se enroló en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. 

Billy Mills consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos del verano de 1964, que se celebrarían en Tokio. Correría su prueba favorita, el 10000 y unos días después, la maratón.

Aquella tarde, Billy Mills se dirigió al estadio para competir en los 10000 metros. Tenía un presentimiento. Los principales favoritos eran, el australiano Ron Clarke, recórdman con 28:15; el soviético Bolotnikov, el etíope Molde y el atleta local Kokichi Tsuburaya. Nadie contaba con Billy, ya que nunca había roto la barrera de los 29 minutos.

Se alinearon y el juez dio la salida. Rápidamente, el australiano Clarke se puso en cabeza y empezó a marcar ritmos altos, para ir descolgando a sus rivales. Billy, en medio del grupo iba soportando los ritmos. Las tablillas que indicaban el número de vueltas iban cayendo, pero Billy, aguantaba. 
El anochecer iba llegando, y la  iluminación artificial fue encendida. Billy estaba acostumbrado a correr a esas horas en la reserva, para no sucumbir ante el calor de Dakota del Sur. Como los lobos, la noche era su territorio. 

El atleta local Tsuburaya se empezó a quedar y sólo resistían  Clarke, el sorprendente tunecino Gammoudi, Molde y Billy. Iban doblando a los cuantiosos corredores que no habían podido soportar el ritmo infernal de Clarke. 

Al paso de la penúltima vuelta, Molde lanzó su ataque. Primero Clarke,  Billy y el tunecino, respondieron. Fue en ataque desesperado, porque inmediatamente después, Molde se quedó. Sólo quedaban los tres al paso de la última vuelta, Clarke, Mills y Gammoudi.
La campana sonó y Billy empezó a aumentar el ritmo, ligeramente encerrado Clarke y siguiéndoles el tunecino. Adelantaron a un doblado, lo que fue aprovechado por Clarke para con el brazo sacar un poco a Billy y tirar. Gammoudi pasó por el medio y volvió a sacar a Billy. Parecía una conjura contra el corredor sioux. 
Quedaban 150 metros, Gammoudi primero, Clarke segundo a 5 metros y Billy tercero. En la última curva Gammoudi tiró, Clarke le siguió y a cierta distancia, Billy empezó a ampliar la zancada para recuperar posiciones. La medalla de oro quedaba lejos de Billy. 
Clarke intentó cambiar, Gammoudi no se dejó pasar y Billy con su poderosa zancada consiguió lo imposible, rebasar a los dos, ante la incredulidad del público.


Billy cruzó primero la línea de meta con un tiempo de 28:24.4. Tras él, Gammoudi y Clarke.
Unos días después, Billy correría la maratón consiguiendo entrar en 2:22:55, quedando el decimocuarto y a 10 minutos del ganador, el gran Abebe Bikila.
Tras los Juegos, Billy batió en 1965 el récord del mundo de 10000 metros.

Cuando Billy Mills dejó de competir, se dedicó a otra de sus pasiones, su gente, el pueblo Sioux. Cofundó  el grupo Running Strong for American Indian Youth, que se ocupa de ayudar y satisfacer las necesidades de autoestima de la juventud india americana. Billy viaja por todos los Estados Unidos dando charlas y colaborando en programas para mejorar el desarrollo de las comunidades indias.
En Billy, el lobo blanco (alegría, bondad, serenidad, humildad) venció al lobo negro (codicia, arrogancia, resentimiento).

"Cuida tus valores porque se convierten en tus pensamientos
 Cuida tus pensamientos porque se convierten en tus palabras
 Cuida tus palabras porque se convierten en tus acciones
 Cuida tus acciones porque se convierten en tus hábitos
 Cuida tus hábitos porque se convierten en tu carácter
 Cuida tu carácter porque se convierte en tu destino."

Pirkei Avot (Tratado de los padres)

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