No
había nada que le gustara más a Billy, que cada noche estar con su abuelo.
Hacía unos años que Billy había perdido a su madre, y este desgraciado hecho, le
unió todavía más si cabe a su abuelo. Sentados bajo las estrellas, su abuelo le
contaba la leyenda sobre el lobo blanco y el lobo negro, y sobre la inmensidad
y poder de la naturaleza.
Billy,
no se cansaba de escuchar la profunda voz de su abuelo. Una vez, tras acabar
una de las historias, Billy le preguntó a su abuelo por qué le gustaba contar
tantas historias. Su abuelo le respondió, a los Sioux nos gusta contar
historias porque detrás de cada historia, se encuentra una lección que
aprender.
La
vida en la reserva Sioux de Pine Ridge de Dakota del Sur, era muy dura. Pese a
vivir pensando en las masacres que había recibido su pueblo y la sensación de
haber sido expulsados de su tierra, Billy no hizo del rencor un motivo de
crecimiento personal. Como le decía su abuelo, hay que quemar los puentes que
uno va superando para no tener la tentación de volver hacia atrás, y Billy, así
lo hizo.
La
pasión de Billy era el boxeo y correr. Enseguida entendió que corriendo estaba
más cerca de su instinto natural de libertad, un instinto forjado en la reserva
y que tanto le había inculcado su abuelo. Billy colgó los guantes, y se dedicó
a levantar el polvo, días tras día, de
los caminos de la reserva.
Consiguió
una beca atlética que le llevó a la Universidad de Kansas. No tardó en destacar
y sus compañeros se quedaban asombrados de su resistencia y a la vez de su
potente final. Su disciplina estaba clara, el cross country, allí Billy, no
tenía rival. Con Billy en el equipo, la Universidad de Kansas se alzó con los
títulos nacionales al aire libre de 1959 y 1960. Se
graduó, y tras conseguir el título en Educación física, hizo honor a su nombre
nativo Makata Taka Hela (ama tu país)
y se enroló en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.
Billy Mills consiguió
clasificarse para los Juegos Olímpicos del verano de 1964, que se celebrarían
en Tokio. Correría su prueba favorita, el 10000 y unos días después, la
maratón.
Aquella
tarde, Billy Mills se dirigió al estadio para competir en los 10000 metros.
Tenía un presentimiento. Los principales favoritos eran, el australiano Ron
Clarke, recórdman con 28:15; el soviético Bolotnikov, el etíope Molde y el
atleta local Kokichi Tsuburaya. Nadie contaba con Billy, ya que nunca había
roto la barrera de los 29 minutos.
Se
alinearon y el juez dio la salida. Rápidamente, el australiano Clarke se puso
en cabeza y empezó a marcar ritmos altos, para ir descolgando a sus rivales.
Billy, en medio del grupo iba soportando los ritmos. Las tablillas que
indicaban el número de vueltas iban cayendo, pero Billy, aguantaba.
El
anochecer iba llegando, y la iluminación
artificial fue encendida. Billy estaba acostumbrado a correr a esas horas en la
reserva, para no sucumbir ante el calor de Dakota del Sur. Como los lobos, la
noche era su territorio.
El atleta local Tsuburaya se empezó a quedar y sólo resistían Clarke, el sorprendente tunecino Gammoudi, Molde y Billy. Iban
doblando a los cuantiosos corredores que no habían podido soportar el ritmo
infernal de Clarke.
Al paso de la penúltima vuelta, Molde lanzó su ataque.
Primero Clarke, Billy y el tunecino,
respondieron. Fue en ataque desesperado, porque inmediatamente después, Molde
se quedó. Sólo quedaban los tres al paso de la última vuelta, Clarke, Mills y Gammoudi.
La
campana sonó y Billy empezó a aumentar el ritmo,
ligeramente encerrado Clarke y siguiéndoles el tunecino. Adelantaron a un
doblado, lo que fue aprovechado por Clarke para con el brazo sacar un poco a
Billy y tirar. Gammoudi pasó por el medio y volvió a sacar a Billy. Parecía una
conjura contra el corredor sioux.
Quedaban 150 metros, Gammoudi primero, Clarke
segundo a 5 metros y Billy tercero. En la última curva Gammoudi tiró, Clarke
le siguió y a cierta distancia, Billy empezó a ampliar la zancada para
recuperar posiciones. La medalla de oro quedaba lejos de Billy.
Clarke intentó
cambiar, Gammoudi no se dejó pasar y Billy con su poderosa zancada consiguió lo
imposible, rebasar a los dos, ante la incredulidad del público.
Billy
cruzó primero la línea de meta con un tiempo de 28:24.4. Tras él, Gammoudi y
Clarke.
Unos
días después, Billy correría la maratón consiguiendo entrar en 2:22:55,
quedando el decimocuarto y a 10 minutos del ganador, el gran Abebe Bikila.
Tras
los Juegos, Billy batió en 1965 el récord del mundo de 10000 metros.
Cuando Billy Mills dejó de competir, se dedicó a otra de sus pasiones, su gente, el pueblo Sioux. Cofundó el grupo Running Strong for American Indian
Youth, que se ocupa de ayudar y satisfacer las necesidades de autoestima de
la juventud india americana. Billy viaja por todos los Estados Unidos dando
charlas y colaborando en programas para mejorar el desarrollo de las
comunidades indias.
En
Billy, el lobo blanco (alegría, bondad, serenidad, humildad) venció al lobo
negro (codicia, arrogancia, resentimiento).
"Cuida tus valores porque se convierten en tus pensamientos
Cuida tus pensamientos porque se convierten en tus palabras
Cuida tus palabras porque se convierten en tus acciones
Cuida tus acciones porque se convierten en tus hábitos
Cuida tus hábitos porque se convierten en tu carácter
Cuida tu carácter porque se convierte en tu destino."
Pirkei Avot (Tratado de los padres)
"Cuida tus valores porque se convierten en tus pensamientos
Cuida tus pensamientos porque se convierten en tus palabras
Cuida tus palabras porque se convierten en tus acciones
Cuida tus acciones porque se convierten en tus hábitos
Cuida tus hábitos porque se convierten en tu carácter
Cuida tu carácter porque se convierte en tu destino."
Pirkei Avot (Tratado de los padres)
No hay comentarios:
Publicar un comentario